La videovigilancia tiene una larga historia que se remonta a los primeros sistemas de circuito cerrado de televisión (CCTV) desarrollados en la década de 1940. Desde entonces, ha evolucionado rápidamente, pasando de sistemas analógicos a cámaras digitales de alta resolución y tecnología inteligente. La videovigilancia se ha convertido en una herramienta vital en la prevención de delitos, la seguridad pública y la protección de propiedades, permitiendo una vigilancia constante y una respuesta rápida ante cualquier eventualidad.
Son los sistemas más antiguos y básicos. Utilizan cámaras analógicas conectadas a un grabador de video analógico (DVR) que almacena las imágenes en cintas o discos duros. Estos sistemas suelen tener una calidad de imagen más baja y una capacidad limitada para procesar o transmitir datos.
Estos sistemas utilizan cámaras que se conectan a una red de datos, como Internet o una red local. Las cámaras IP envían las imágenes de video en formato digital y pueden transmitirse y almacenarse en servidores o dispositivos en red, además los sistemas de videovigilancia IP ofrecen funciones avanzadas y la posibilidad de acceder a las imágenes a través de Internet.
Estos sistemas utilizan cámaras y dispositivos de transmisión inalámbrica para enviar las imágenes de video. No requieren cables para la conexión entre las cámaras y los dispositivos de grabación o monitoreo, lo que facilita la instalación y la movilidad de las cámaras en diferentes ubicaciones.